Sin duda alguna el éxito de la tercera película de Richard Eyre se debe a sus dos actrices principales. Cate Blanchett embriaga con un cóctel de pasión, culpa y vergüenza ante una pederastía que siempre cuesta comprender, mientras Judi Dench regala la dureza de una lesbiana que nunca se sintió comprendida. Un guión tan frío, cortante y real que provoca cierta repulsa continua por parte del espectador, que feliz e ingenuo sólo quería pasar un buen rato en la gran pantalla. En la vida unos miden al milímetro cada paso que dan y calculan cómo rechazar los golpes de pasión, otros sin embargo alimentan su corazón descuidando el cerebro que ha generado su propia Sociedad. Estos últimos son los que, muchas veces de forma injusta, generan los escándalos. Recomendada, pero el que avisa no es traidor, tiene poco que ver con Disney.
1 comentario:
Aunque es de lo mejorcito que he visto últimamente. Creo que el guión está en exceso volcado en dar dureza a los personajes y no permite que se desarrollen con total libertad. Así cuando la crisis se desencadena, parece un poco precipitado y artificial, para regalar un final de telefilme.
Las actrices darían calidad hasta a un monólogo cuyo texto fuese las guías telefónicas.
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