



El mejor Rob Reiner, el de la década de los 90, nos da la oportunidad de compartir una pesadilla, en una de las mejores interpretaciones de la infatigable Kathy Bates. Sin necesidad de subir el volumen de la banda sonora ni de recurrir una y otra vez al esperado sustito facilón, las nalgas se aprietan cada vez que la enfermera Annie Wilkes abre los ojos y eleva su tono de voz para vomitar las ideas de su esquizofrénica cabeza. Tan real es el papel de su estado disociado que la frialdad de Paul Sheldon (James Caan) queda en un segundo plano menos creíble. La escena de la copa de vino es digna de Alfred Hitchcock. Y no escribiré más ni mejor, por si las fans…
1 comentario:
Mal envejece esta película. Lástima porque tiene algunas buenas escenas de este tipo de cine. Todo un descubrimiento para el gran público Bates.
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