domingo, 15 de marzo de 2009

Gran Torino, 2008

Gran Cine
Otro diez para Clint Eastwood. Perfecto manejo de la cámara. Impecable actuación con múltiples guiños a su propia carrera. Magistral forma de narrar historias sencillas. No sobra ningún minuto, no falta ningún segundo, cada plano es un regalo, cada secuencia merece un premio. Ejemplo de cine puro, de guión irreprochable con frases lapidarias, de cómo dar el último golpe a este magnífico diamante del séptimo arte que es Gran Torino. Tiros imaginarios que llegan más allá del cuerpo, miradas de odio cultivadas en la guerra, decepciones y fracasos personales que marcan una vida, envalentonados cobardes luchando una y otra vez contra sus propios miedos, cervezas y cigarros que nos consumen, demostraciones de hombría, prudencia, venganza, vehemencia y honradez, distintas formas de vida, diferentes costumbres raciales, heridas sanadas con dudosa justicia para volver a ser pasto de la injusticia, sentimientos encontrados en este mundo tan complicado que un día nos tocó vivir, sentimientos que esta obra refleja y reproduce en nuestro interior para hacernos reír y llorar según bailan las notas bajo la batuta de este canoso maestro del cine. Más que recomendable, imprescindible, duele el final porque termina no por cómo termina, que por supuesto no pienso contarlo. A quien no le guste sólo podría decirle una cosa: “¡Atontao!”.

2 comentarios:

Juan Rodríguez Millán dijo...

Clint es mucho Clint. Y si él llora, ¿cómo no voy a hacerlo yo...? Coincidencia plena en el adjetivo a esta película: imprescindible.

Leonor Clares Almagro dijo...

Suscribo cada una de las palabras.
Las risas y las lágrimas.
Una película inmejorable.
Un actor incomparable.