sábado, 5 de septiembre de 2009

Perdidos, 2004-2010

Droga dura
Entre una película y una serie siempre lo he tenido claro: me lanzo a por una breve historia de unas dos horas, con un principio, un desarrollo y, habitualmente, un final. Engancharme a pequeños e interminables capítulos termina por robar demasiado tiempo de mi vida. Sin embargo, mi romance con Perdidos se inició hace aproximadamente 4 meses, y no he podido descansar hasta ver por fin el 17º capítulo de la quinta temporada. Descanso relativo, porque ahora sólo espero que comience la sexta y última entrega, programada para su emisión en 2010. Esta serie debería llevar un cartelito de esos de las cajetillas de tabaco: “Perdidos es una serie muy adictiva. No empiece a verla”. Según termina un capítulo quieres más, saben perfectamente qué añadir al último segundo de cada episodio para que necesites la siguiente dosis. Al principio era fácil, sólo arañaba otros 42 minutos de la noche mientras miraba el reloj y pensaba eso de “mañana curras… pero venga… sólo otro más…”. Entonces no dependía de que el productor fuera sacando semanalmente un párrafo visual más de esta interminable historia. Elegía cuándo, dónde y cómo. Con la quinta temporada me tuve que adaptar al ritmo de serie, desarrollando un síndrome de abstinencia que se resolvía cada domingo con un nuevo “chute”.

Es totalmente imprescindible ver Perdidos desde el principio, incluso así es difícil de entender qué ocurre exactamente dentro de la dichosa isla, por lo que creo que empezar de cualquier otra forma es una absoluta pérdida de tiempo. La primera temporada es sencillamente fascinante, se presentan los personajes principales, esos que finalmente se terminan haciendo casi de la familia, y se muestra el embrión de la historia, un cuento que en lugar de aclararse con el paso de los minutos se va complicando cada vez más. La segunda temporada me dijeron que era más aburrida; a mi me fascinó al menos tanto como la primera. Después tengo que reconocer que la tercera y la cuarta producen un poco de agotamiento neuronal, digamos que existe una tolerancia a la nicotina de la serie, a la que ya le cuesta sorprendernos una y otra vez como antes. Más de una vez uno está tentando de tirar la toalla, pero para qué nos vamos a engañar, es imposible. La redención se alcanza con la quinta temporada, la tensión se va acumulando de forma inevitable hasta un increíble final, por supuesto inacabado, que no hace más que generar aún más adicción.

Spoiler – Pasar ratón por encima
Los personajes están bien definidos y protagonizados. Jack Shephard es un cirujano de valores incorruptibles que se convierte rápidamente en el líder del grupo y de la serie. Kate Austen es “la pecas”, y la novia de Perdidos. Una “inocente” fugitiva que se pasa todas las temporadas huyendo de si misma. Hugo “Hurley” Reyes es el gordito: optimista, infantil, afable, torpe, afortunado y desgraciado al mismo tiempo. James “Sawyer” Ford es el chico malo: musculoso, independiente, cínico, chulo, y exquisitamente dulce y cariñoso con sólo una mirada, capaz de enamorar a más del 80% de las seguidoras de la serie. ¿Jack o Sawyer?, quizás la mayoría del público femenino prefiera una mezcla de ambos. Sayid Jarrah parece tener un papel secundario pero cada una de sus acciones termina por tener una gran repercusión en la historia. Es el que está por encima del bien y del mal, la vida le ha tratado lo suficientemente mal como para poder pensar en matar y también matar sin pensar. John Locke es para muchos el auténtico líder de Perdidos, y la verdad es que tiene tal importancia en la serie que puede rivalizar con Jack por dicho título sin ningún problema. A mi me cansa un poco la verdad, me parece un tonto inútil completamente manejable por los demás que sin embargo se las da de enigmático interesante. Nunca sabes qué esta pensando. Quizás la mayoría de las veces no lo sepa ni él ni los guionistas. Otro raro de narices es Benjamín Linus, tantos cambios de argumento en su cabeza no pueden ser buenos para nadie, parece que lo controla todo y luego resulta que es un don nadie ¿será verdad? Lo único cierto es que de niño era tan feo como de adulto. Juliet Burke también juega al despiste, no se sabe si es de los buenos, de los malos, de los otros, de los de más allá o si va a su bola y pasa de todo el mundo. Es un personaje clave en el último episodio de la quinta temporada. Por último, Richard Alpert, desde mi punto de vista, sabe más que el propio Jacob sobre Perdidos. La sexta temporada nos sacará de dudas.

Comentarios negativos sobre Perdidos también hay, aunque son pocos. En ocasiones peca de exceso de misterio y continuamente nacen nuevas incógnitas cuando aún quedan otras mil por resolver. Estos jeroglíficos eternos pueden llegar a exasperar a muchos seguidores, pero la mayoría de los Lost-adictos confiamos en que al final todo tenga, de algún modo, sentido. En cuanto a los protagonistas hay algunas actuaciones malísimas, y quien se lleva la palma es Ana Lucía, seguida muy de cerca por Naomi Dorrit. Otras veces las apariciones son de lo más irrelevantes, como la historia de Nikki, Paulo y la dichosa araña. Por otro lado, se trata de ciencia ficción pura y dura en todos los sentidos, que nadie busque realismo por ningún lado. Es decir, no se puede criticar que el pelo de los protagonistas parezca siempre recién lavado con el mejor champú si somos capaces de aceptar que hay un humo negro con sonido metálico que se lo come todo.

En resumen, de las pocas series que realmente puedo recomendar, junto a Friends y Vientos de Agua. Si alguien quiere “perder” 4326 minutos de su vida (unos 3 días seguidos), adelante; y que sea consciente que aún le faltan otros 17 episodios. Quizás al final todo quede tan confuso como al principio, pero de momento no hay duda: merece la pena.

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