martes, 20 de enero de 2009

Siete Almas, 2008

Ni una lágrima
A Gabriele Muccino le tocaba mostrar su progresión, y está siendo claramente descendente. En Busca de la Felicidad estuvo muy cerca del fracaso absoluto, en cuanto a buen cine se refiere, pero la lágrima absurda y facilona alcanza su mayor éxito con esta nueva entrega de fotogramas manipuladores. Tras una primera media hora en la que uno se cansa de preguntar a sus acompañantes: “¿De qué va esto?” parece que cuatro hilos comienzan a formar una historia. En ese momento la pregunta cambia a: “¿Pero cómo va a ir de esto?”. Lo malo es que la respuesta es afirmativa: un ricachón torpe (o al menos eso deja entrever Gabriele para definir un personaje indefinible) se siente mal por meter la pata hasta el fondo y no se le ocurre mejor manera de arreglarlo que ayudando a los demás. ¿Cómo? Pues no lo diré para aquellos que aún quieran dejar su dinero, pero vamos, que además de ridículo es científicamente imposible, rozando una y otra vez la estulticia. Will nos demuestra una vez más que quiere madurar, y no lo hace mal el Príncipe, pero debería empezar a buscar guiones que no destrocen sus buenas intenciones. Risas repartidas por la sala en los momentos más sentimentales, dudo que haya tanto insensible suelto por ahí, quizás sea más fácil emocionar en EEUU Sr. Muccino, pero para hacerlo en Europa hay que esforzarse un poquito más. Lo de la medusa… original a la par que nimio, irrisorio, insuficiente y estrambótico.

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