

Si sumamos varios actores irregulares, el director de la mítica Gremlins, y la difícil y añorada época de los 80, el resultado es una nostálgica y entretenida película de aventuras por los curiosos paisajes del cuerpo humano. Si bien los efectos serían hoy de serie B (o C, o Z), la originalidad del guión y los toques de humor hacen que los minutos pasen con celeridad, mientras nuestro cerebro de jóvenes carrozas añora esa infancia que tuvimos entre muñecos de playmobil, scalextric, chapas y peonzas, complicados juguetes cuya existencia peligra en la actualidad. En una época en la que la gran pantalla tiende a sorprendernos poco, no es mala opción rebuscar en el viejo baúl y reencontrarnos con aquellos efectos que en su día nos dejaron boquiabiertos. Como siempre, detrás de muchos minutos buenos, está Spielberg. Martin Short, cuyo éxito fue casi tan corto como anunciaba su apellido, hace un divertido papel como el hipocondriaco Jack Putter. Igual a alguien se le ocurre hacer la secuela: "La placa de AMD prodigiosa", de su hijo, Harry Putter. :)
1 comentario:
Qué gozada de película... Lo he dicho muchas veces, en muchos foros distintos: nunca se ha hecho fantasía como se hizo en los años 80...
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